En la época de las dinastías Sajona y Sálica, el Sacro Imperio Romano Germánico nació, en nuestra región el Arzobispado de Colonia.
Renania, alrededor del 900. Nuestra región era parte del ducado medieval de Lorena en el oeste de Francia Oriental.
Mientras que los Capetos se habían extinguido en el reino oriental, seguían gobernando en Francia Occidental.
Dinastía Sajona
Enrique I (919-936), duque de Sajonia, fue el primer rey que no era de origen franco. Aunque había contratos, los sucesores de Carlomagno en Francia Oriental y Francia Occidental se peleaban por el ducado de Lorena. Finalmente, en 925, Enrique fue reconocido como Rey de Lorena, y el ducado pasó permanentemente a Francia Oriental.
Su hijo Otón I (936-973), más tarde llamado el Grande, logró a estabilizar y agrandar el Reino Franco Oriental. Combatió con los caballeros de todas partes del reino la a batalla del río Lech (955) contra los Magiares, se impuso en Italia del Norte, y así llegó a ser el más poderoso rey de su tiempo. El papa, envuelto en luchas con la nobleza de Roma, le pidió su ayuda, ofreciéndole la corona del emperador – la corona de Carlomagno hace algunos 150 años.
Otón I y la iglesia
Otón I el Grande era un emperador fuerte, sin embargo tenía muchos conflictos con sus nobles poderosos. Por eso el rey buscó el apoyo del clero: los arzobispos eran nombrados por el rey, no se casaban y no tenían hijos que heredarían sus títulos y territorios. Cuando un arzobispo se moría, el rey nombraba otro.
Así Otón I y sus sucesores buscaron el apoyo de los arzobispos, pero por otro lado les cedieren derechos, sobre todo el derecho de obtener territorios. Este concepto fue poco disputada durante el tiempo de los Otones y los primeros Sálicos. Otón nombró a su hermano Bruno arzobispo de Colonia (953-65), su nuera, emperatriz Teófano (981-991), está sepultada en la iglesia de St. Pantaleon en Colonia.
Dinastía Sálica
Bajo la siguiente dinastía sálica, el Imperio pasó por grandes cambios.
El reino sacral
Enrique III (1035-1056) convocó a papas y acabó con antipapas. La mayoría de la gente consideraban al rey como el vicario de Dios en la tierra. Por otro lado, el rey, muy religioso y ascético él mismo, apoyaba el movimiento reformador en el seno de la Iglesia proviniendo del monasterio de Cluny en Francia. Los reformadores exigían que la Iglesia volviera a sus tareas verdaderas en lugar de buscar riquezas y una vida en lujo, y que los clérigos vivieran según reglas muy estrictas. Sobre todo Cluny exigía la independencia absoluta de la Iglesia de cualquier poder mundial, y así se inició ya durante el reino de Enrique III el futuro conflicto entre emperador y papa.
La querella de las investiduras
Este conflicto, llamado la querella de las investiduras, estalló de manera abierta entre Enrique IV (1056-1106), hijo de Enrique III, y el papa Gregorio VII, un partidario radical de la reforma. El papa insistió que el emperador se sometiera a su autoridad. Cuando Enrique convocó a un obispo, el conflicto escaló. El papa excomulgó y desterró al emperador. Así, Enrique fue excluido de la sociedad de la gente honrada y sus súbditos ya no debían obedecer a un monarca desterrado, al contrario, de manera explícita fueron liberados de toda lealtad hacia el rey.
Ahora los duques alemanes se reunieron contra Enrique y una guerra civil estalló. En esta situación, Enrique ya no tuve otra opción que de hacer penitencia y esperar que el papa bajara de tono, e hizo el famoso paseo de Canossa (1077). Por fin, Gregorio VII le liberó del destierro. A corto plazo, Enrique IV regañó libertad de acción, pero al mismo tiempo reconoció que poder el destierro, y así el papa, había sobre el rey. Los tiempos del reino sacral como bajo Enrique II y Enrique III eran pasados, y la autoridad del rey era irremediablemente dañado.
Los arzobispos de Colonia
Mientras tanto, los arzobispos de Colonia se habían convertido en hombres importantes del imperio. Tenían el privilegio de coronar al rey en Aquisgrán, y eran los cancilleres del Sacro Imperio Romano Germánico.
Entonces tenemos que dejar de lado la imagen de un arzobispo moderno y darnos cuenta de que un arzobispo de Colonia medieval era duque laico y clérigo al mismo tiempo, un político influyente y a menudo un hombre de poder, especialmente en el caso del arzobispo Anno II.
En nuestra región, esto provocó una guerra contra los condes locales, los Ezónidas. Anno les derrotó y se convirtió en el hombre más poderoso por aquí, tuvo en su poder grandes territorios en la orilla izquierda del Rin, con las montañas Drachenfels y Wolkenburg y las aldeas Königswinter e Ittenbach. Poco después fundó la Abadía de Michaelsberg en Siegburg, de la cual a su vez se fundó la parroquia Oberpleis.
El estilo románico en Colonia
Los reyes Sálicos nos regalaron las famosas catedrales de Speyer, Worms y Maguncia. En Colonia se construyeron las primeras iglesias de estilo románico: St. Maria im Kapitol, St. Georg y St. Aposteln son ejemplos excepcionales de la arquitectura medieval sacral del siglo XI.
El comienzo de las Cruzadas
En aquel entonces empezó la época de las cruzadas (1096-1270). Cuando los Turcos habían conquistado Siria y Palestina e hicieron parar las peregrinaciones a Jerusalén, el papa llamó a los caballeros cristianos a hacer expediciones para rescatar Jerusalén. Muchos caballeros renanos salieron para Palestina, un tema que se refleja en varias leyendas.
Enrique V toma el poder
El reinado largo de Enrique IV, aún más su vida entera eran marcados por conflictos. Al fin de su vida su propio hijo Enrique V (1106-1125) se rebeló contra él, apoyado por los nobles alemanes y el papa.
Sin embargo, luego el hijo había subido al trono, asumió la política de su padre y la querella de las investiduras continuó. Viajó hacia Roma y, con la espada en la mano, le obligó al papa de coronarle emperador. Pero el día que Enrique se había ido, el papa revocó y siguió una rebelión de los duques alemanes contra el rey.
Muchos años después, firmó un compromiso con el papa – el Concordato de Worms en 1122. Por el momento, la lucha por el poder entre emperador y papa era zanjado. Sin embargo, los verdaderos ganadores fueron los gran duques.
El arzobispo Friedrich I. de Schwarzenburg (1100-1131) estuvo involucrado en esta lucha por el poder. Pero finalmente se peleó con el emperador Enrique V y lideró una oposición de los nobles del Bajo Rin contra el emperador. Con los ciudadanos de Colonia como sus aliados, lo derrotó en la batalla de Andernach en 1114. Más tarde, el emperador perdió no solo la Renania, sino también todo el norte de Alemania.
Por aquel entonces en el Siebengebirge
Es en este contexto político, para asegurar la frontera sur de su territorio, que el arzobispo mandó construir un castillo encima de la montaña Wolkenburg. Infelizmente, nada se ha quedado de él.
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